Nº 9. Boletín de mayo que habla de Esther Ferrer y su obra artística, la breve novela gráfica I love this part de Tillie Walden y un apartado de opinión sobre los días conmemorativos.
ARTE
ESTHER FERRER
existencialismo dadá
Esther Ferrer Ruiz nació en San Sebastián en 1937 y actualmente reside y trabaja desde París, donde estudió arte. Es una artista interdisciplinar que combina la fotografía, la instalación y la performance sobre todo.
Licenciada en Ciencias Sociales y Periodismo, su carrera artística comienza en los 60 creando, junto a José Antonio Sistiaga, un Taller de Libre Expresión y una Escuela Experimental en Elorrio, Vizcaya, con la colaboración de Jorge Oteiza.
También forma parte de Zaj desde 1967, un grupo musical de influencia neodadaísta nacido algunos años antes que explora la convivencia y los límites entre diferentes disciplinas artísticas convergiendo la poesía, el happening, la performance y los libros de artista entre otros géneros. Este proyecto impulsó a Esther Ferrer como la performer más importante de España con estos shows punteros en el arte conceptual en el panorama ibérico hasta 1972, cuando el grupo se ve obligado a actuar fuera del país debido a la presión del régimen franquista.
En su vertiente más formal, la artista tiene bastante obra fotográfica en la que utiliza su cuerpo a través del autorretrato para construir su discurso. Ferrer siempre interpela al espectador/a sin la necesidad de su mirada para alcanzar una reacción concreta. Como en sus performances, ella propone y quien mira, libremente, puede participar o no.
En sus trabajos reflexiona con ironía sobre los objetos, el tiempo, el sonido, la acción, el aburrimiento y el ridículo. También utiliza la palabra, como podemos ver en la fotografía anterior perteneciente a El libro de los sexos, la música, el tiempo o la repetición como concepto y huella en el cuerpo.
Esta artista, comprometida con sus ideales y consciente de su condición como mujer, bebe de la influencia del feminismo de los 60 y 70. En sus trabajos de autorretrato, como en El libro de las cabezas, siempre se retrata a sí misma no por una cuestión de ego sino por accesibilidad ya que era muy difícil disponer de un mismo modelo para estos proyectos cuya realización se extendía durante varios años. En ellos estira, deforma, condensa y altera su rostro a partir de procesos matemáticos y desde un prisma intelectual filosófico en el que reinterpreta el mundo en que vivimos.
Exposición Entre líneas y cosas en el Ceart de Fuenlabrada, 2015 |
En 2008 ganó el Premio Nacional de Artes Plásticas de España y en 2014 el Premio Velázquez de Artes Plásticas por parte del Ministerio de Cultura además del premio MAV (Mujeres en las Artes Visuales). A lo largo de su trayectoria ha participado en festivales tanto en España como en el extranjero y ha impartido diversos cursos en Universidades y Escuela de Bellas Artes en países como Canadá, Francia, Italia, México o Suiza.
REVIEW
I LOVE THIS PART
poesía visual de manos de Tillie Walden
I love this part (2015) es el segundo título de la viñetista Tillie Walden, una de las autoras de cómics más jóvenes en ganar un Premio Eisner en 2018 con su obra autobiográfica Spinning (Piruetas en español) y, aunque el que traigo hoy no es el cómic más conocido de la artista, me parece que es digno de atención.
Bajo la influencia del lenguaje visual de Studio Ghibli, Walden cuenta la historia de dos chicas adolescentes que se enamoran. Esta fue la primera novela gráfica de la autora en la que incluyó a personajes homosexuales pues antes de ella no se sintió con el poder de hacerlo con honestidad al no haber declarado abiertamente su lesbiandad. En una entrevista declaró que esta historia también está inspirada en una vivencia propia cuando aún llevaban, tanto ella como la otra chica, en silencio su sexualidad.
Lo realmente bueno de este corto libro (bajo mi criterio) es que en 30 páginas te cuenta la historia de estas dos chicas sin siquiera presentarlas pero haciendo que entres completamente en sus emociones con el uso de metáforas visuales. No es la típica historia de chica conoce a chica, se atraen, se emboban y… ¡PAM! Enamoradas. No.
En I love this part ves a dos muchachas jóvenes que comparten momentos cotidianos juntas, que intercambian canciones (quizá yo empatizo más con eso porque ese es mi “love lenguage”), conversaciones recostadas sobre una cama de montañas, desahogos sentadas en los tejados de las casas como si fuesen el asiento de unos banquitos… Tillie dibuja muchas escenas en las que ellas son enormes y el paisaje queda relegado a la categoría de mobiliario, da igual qué tan imponente sea el espacio. Este juego con el escenario describe a la perfección el sentimiento de estar compartiendo tiempo con alguien y que no exista nada más en el mundo sin ser explícito en el texto. Al contrario, los pocos bocadillos que intercambian contienen, en su mayoría, conversaciones muy corrientes que hacen que esa elevación de los personajes que provoca con las metáforas visuales la traiga de nuevo a lo terrenal.
En el progreso de esa cotidianidad compartida es cuando aparecen los sentimientos amorosos y continúa la historia escapando de la típica historia de amor de Disney. Además, utiliza la aguada de color morado o gris para marcar el espacio temporal de algunas páginas.
Es una obra que requiere de observación porque casi no te describe nada con palabras. Si bien es cierto que el cómic navega entre la lectura y la observación del lenguaje gráfico, este es ideal para contemplarlo y tenerlo a mano para endulzar o no cualquier ratito e, incluso, recordar primeros amores.
OPINION
¿POR QUÉ YA NO PUBLICO
posts del «Día del…»?
Han pasado muchos días señalados en el calendario y en los anuncios: el Día del padre, el Día de la madre, el Día de la mujer, el Día del beso, el Día del trabajador/a… Y es que ya me declaro en contra de los “Día de…”.
¿A quién se le ocurriría por primera vez conmemorar algo un día concreto al año? No tengo idea pero quiero pensar que la mayoría de días conmemorativos surgen de la necesidad de reivindicar algo. Por ejemplo, el Día de la Madre resulta que viene de una unión de madres víctimas de la Guerra de Secesión en el siglo XIX las cuales se reunían para debatir diversos temas, es decir, de una convivencia e intercambio intelectual entre mujeres que se comenzó a realizar cada segundo domingo de Mayo a partir del 1905. En el siglo XXI, esa intención se encuentra bastante difuminada.
En los tiempos que corren creo que “el Día de” tiene, por un lado, algo entre lo comercial y lo banal. Unos días más que otros, se suceden en torno a actividades lúdicas como comprar regalos embellecidos e inflados con la temática de lo que se celebra pero sin ningún discurso representativo de la lucha, vigente o batida, por la que se conmemora tal cosa en tal día. Un filón más con el que llenarse los bolsillos las grandes empresas y favorecer los patrones consumistas en la población, incluída aquella más empobrecida que tiene que hacer malabares para cumplir con el consumo esperado que ya construye una expectativa materialista casi mandataria.
A su vez y por otra parte, estos días también tienen un carácter de exclusión y presión normativa, especialmente los relativos a la celebración de familiares.
¿Qué pasa con las personas que no tienen padre o madre? ¿Qué pasa con las familias con dos madres o padres? ¿Qué pasa con las familias cuyos padres no se hacen cargo de sus hijas e hijos? ¿Qué pasa con las personas que, tras muchos años de trabajo en su autoconciencia y autoestima, se separaron por completo de sus familias negligentes y que se mantienen en su postura con mucho esfuerzo actualmente?
¿Por qué estas personas tienen que soportar todos los años campañas publicitarias enormemente penetrantes y propagandísticas que les recuerden durante días que su familia no se adapta a ese estándar y, por tanto, no se celebra? Y no es que quiera más días específicos para este tipo de personas que, además, se les haga caso dicho día y el resto del año chao. La cosa es que hay muchos días que, para en lo que consisten hoy, igual no hace falta tanto pink/purple/elcolorquesea-washing.
Quizá estaría mejor dejar de cebar al gran empresario con la excusa de la tradición y la falsa moral como estandarte y empezar a dar el lugar que merece a cada cosa (a criterio de cada cual) cada día de nuestras vidas, más allá de obsequios y verbenas.
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